martes, 26 de julio de 2011

Newton y las manzanas del roble


Muchas veces, en mis excursiones por el monte en busca de setas, me llamaron la atención esas curiosas bolas resinosas en forma de ampollas redondas que aparecian colgadas bajo las hojas y en las ramas de ciertos árboles. Con el tiempo me enteré que éstas se llamaban "agallas" y que son provocadas por ciertos insectos que ponen sus huevos en los tejidos vegetales. Un reciente documental de la televisión sobre las curiosas estructuras del mundo animal me lo ha recordado, así que me he puesto a investigar un poco. ¿Y qué tiene que ver Newton en todo esto? Paciencia, que es la madre de la ciencia y vayamos por partes...

Las "agallas" pueden formarse en cualquier parte de la planta o el árbol, pero aparecen sobre todo en puntos donde hay células activas en fase de crecimiento o división como las hojas o los tallos jóvenes. Desencadena su crecimiento el efecto químico de secreciones de los organismos infestantes, por lo general insectos u hongos. Adoptan formas muy variadas, dependiendo del parásito que la causa; por lo general, cada especie de organismo formador de agallas infecta un órgano concreto de la planta. Dichas secreciones, normalmente en forma de ampolla o bola, se debe al estímulo de crecimiento inducido por los huevos o por las secreciones de las larvas que lo utilizan como capsula o escudo protector durante su fase de crecimiento. Las avispas de las agallas, que pertenecen a la familia de los Cinípidos engloba el mayor número de insectos formadores de agallas, llamadas populamente "manzanas del roble" , por la bola marrón-verdosa que queda en las hojas o en las ramas una vez que el insecto adulto abandona su refugio.

Pues bién, el caso es que varias agallas causadas por insectos del género Cynips son fuentes importantes de ácido tánico ( los populares taninos, un compuesto habitual de los vinos tintos ). La agalla comercial causada por la avispa Cynips gallaetinctoriae, que afecta a varias especies de robles euroasiáticos, contiene alrededor de un 65 % de ácido tánico. Estas agallas se conocen desde hace tiempo porque se cosechan y comercializan como fuente de taninos para el curtido de cueros y la fabricación de tintas permanentes y duraderas. Muchos pergaminos y códices de la Edad Media se escribieron con tintas derivadas de estas agallas, así como textos literarios y muchos manuscritos científicos, antes del famoso invento de Gutemberg, la imprenta. Por tanto debemos a estas avispas y las diminutas "manzanas del roble" la transmisión de muchos conocimientos.

Manuscrito de Newton sobre la Ley de Gravitación Universal

Y con la fiable tinta de la "manzana del roble" escribió sus más ilustres descubrimientos científicos nada más y nada menos que Isaac Newton, incluso aquellos que hablan de otra famosa manzana que dio origen a su ley más universal. Curioso ¿no?

jueves, 14 de julio de 2011

Cuando los colores tenían magia (I)


Imagen vía Kremer-Pigmentes

Amarillo de Nápoles, azul de Prusia, carmín de Garanza, índigo, azurita, oropimente, alizarina, siena tostada, etc., ...son sonoros, exóticos y evocadores nombres de colores y pigmentos que nos hacen viajar en el tiempo y soñar con lejanos destinos de ultramar, nombres que tal vez se pierdan en la noche de los actuales tiempos digitales bajo el imperio de los píxeles, de los tonos PANTONE, el CMYK o el RGB de los monitores electrónicos . Ahí están, olvidados en frascos en los anaqueles de vetustas droguerías o estampados en algunos de esos mugrientos tubos de pintura al óleo en los estudios de los artistas de la vieja escuela pictórica.




Sin embargo, hubo un tiempo en que los colores eran las más codiciadas y secretas de las especias que surgían de las profundidades de la tierra o de los exclusivos talleres de los alquimistas. Sí, hubo un tiempo donde se asociaban en una ambigua mixtura la magia con la química, la ciencia con la alquimia. Porque hubo un tiempo en que la alquimia no tenía las connotaciones brujeriles y cinematográficas que hoy tiene.
Hasta el siglo XVIII era perfectamente normal que la gente ilustrada tuviera algunos conocimientos de alquimia.


Paracelso, influyente médico suizo y precursor -dicen- de la quimioterapia, fue uno de los alquimistas mas conocidos del siglo XVI. Suya es la famosa frase "Nada es veneno. Todo es veneno. Todo depende de la dosis".  Incluso científicos de la categoría de Newton tal vez dedicaran más tiempo a sus experimentos alquímicos que a las teorías científicas que transformaron la ciencia del siglo XVIII. Y si tan ilustre científico lo ocultó fue por la mala fama y los riesgos que el conocimiento de esos “saberes” tenían en su época. De hecho, la literatura alquímica está plagada de referencias al lenguaje de los colores y los tintoreros: se hablaba de “teñir” las piedras y los metales, incluso la misma y famosa piedra filosofal se la llamaba en el argot alquímico la “tintura”. La propia palabra "alquimia" parece se que procede del árabe "al-kimiya", que viene a significar tierra negra", aunque hay otras interpretaciones.

Alquimistas árabes

Y más historias coloreadas de magia: había una sustancia misteriosa que llamaban el “rey rojo”que no era otra cosa que el bermellón (actualmente una forma sintética del sulfuro de mercurio) , un tinte rojo que fue muy apreciado por los pintores de miniaturas medievales , que por cierto, miniatura deriva precisamente del “minium” , la laca roja que se utilizaba para miniar (miniare) los manuscritos y códices. El bermellón en su forma natural ( el mineral del cinabrio) se empleaba ya desde la antigüedad. Pues bien, según las fuentes atribuidas al influyente alquimista árabe del siglo IX, Yabir ibn Hayyan (también conocido como Geber, para muchos el padre de la química) el azufre y el mercurio ( también conocido como “azogue”, la materia de los espejos) eran las sustancias o “principios” que formaban todos los metales. El oro encarnaba el equilibrio perfecto entre estos dos principios. De hecho, Yabir creía que el plomo y el oro eran tan parecidos que un simple añadido de azufre a la "fórmula" original del plomo podría transformarlo en el codiciado metal áureo. Alberto Magno, otro famoso alquimista lo describió de forma más “poética” : decía que el azufre era como el semen masculino y el azogue como el fluido menstrual que se condensa para formar el “embrión”...


Ilustración de una botica de la Edad Media

Quimeras aparte, lo cierto de todo esto es que aquellos artistas medievales compraban sus productos y pigmentos a boticarios y farmacéuticos, gente quizá más próxima a la tierra y el pueblo que los alquimistas, pero no debemos olvidar que en aquellos tiempos la magia era tan real para la gente ordinaria como para los adeptos a la alquimia. La creación y posterior comercio y monopolio de muchos de aquellos nuevos y fascinantes colores (y hablaremos del púrpura, por ejemplo) desencadenaron guerras y revoluciones ... modestos fabricantes de colores de los que surgieron grandes empresas químicas que aún hoy están en lo más alto como la todopoderosa Bayer  (sí, la de las populares aspirinas o el Redoxon Complex), BASF (¿quien de los tiempos del cassette no ha tenido una cinta grabada de esta marca?) o Hoechst, todas ellas inicialmente, pequeñas empresas fabricantes de anilinas y tintes sintéticos para la industria. Arte, ciencia,  química,  magia, medicina...



En fin....historias que darían para muchos, muchos post. Éste de hoy es sólo una pincelada...de magia y color, claro. Hagamos un viaje...crucemos el arco iris.